Corría el año 1912 cuando nació mi abuelo materno, Víctor, vaya paradoja del destino llevar ese nombre. Y Obviamente con él, al amor hacia el Lobo comenzaba a surgir en la familia en tiempos donde Gimnasia no hacía mucho comenzaba a dar sus primeros pasos.
No puedo dejar de mencionar que así como mi abuelo amaba profundamente al blanquinegro, también sentía un enorme amor por River. Amor que también compartía mi papá, quien no profesaba devoción por ningún equipo mendocino por ser santafesino. Y así crecí yo, rodeado de blanco y rojo sobre todas las cosas.
El destino quiso que siendo yo muy pequeño, y en poco tiempo, mi viejo y mi abuelo se despidieran de esta vida terrenal. A mí me quedó el sentimiento por La Banda, sentimiento que hasta el día de hoy permanece y que seguirá estando hasta mis últimos suspiros. Desgraciadamente no pude compartir con mi abuelo el sentimiento Mensana, y tampoco tenía algún tío o pariente cercano que me transmitiera ese amor. Sólo tenía los relatos y anécdotas que me contaba mi mamá de su viejo yendo ver a al Lobo y la locura que tenía por esos colores.
Así fui creciendo, cada vez más hincha millonario. Mi único anhelo era conocer el Monumental, al Enzo y ganar títulos. De Gimnasia sólo tenía el recuerdo familiar y la simpatía que me generaba saber que mi abuelo, ese que de viejito me enseño las tablas y se sentó a mi lado en más de una oportunidad a ver a River, tenía por el cuadro de la calle Lencinas.
Y como el fútbol me apasiona, me lleva a estar permanentemente informado. Escuchaba y veía que Gimnasia empezaba a superar tantos años de malaria para comenzar a ocupar ese lugar que su historia y grandeza le demanda. Se dice que un buen hincha debe estar en las buenas pero sobre todo en las malas. En esos momentos apremiantes es donde uno debe acompañar y alentar más.
A mí con Gimnasia no me tocaron las malas. Con el ascenso a la B Nacional dije “tengo que ir a ver al Lobo”. Es un club de mi provincia. Es el club al que mi abuelo tanto amaba, y además, es el club que históricamente ha defendido el estilo de juego que a mí identifica: galera y bastón. Así fue como hice propia esa decisión, y un domingo en la siesta pise por primera vez en mis 32 años el Víctor Legrotaglie. Tuve suerte, ya que debuté con una victoria ante chacharita allá por la fecha 5.
Lo que viví ese día fue hermoso. Fui a ver a un partido de fútbol y me encontré con familias enteras alentando, personas de todas las edades, grupos enormes de amigos compartiendo la pasión y con una increíble sensación interna de sentirme propio donde no lo era hasta ese entonces. Esa increíble sensación de sentirme en casa con los míos, cuando apenas era una visita. Desde ese día decidí que ese amor, esa pasión y ese sentimiento que tenía mi abuelo por el Lobo debían ser mío como un mandato familiar devenido a herencia. Enamorandome de Ti… tan sencillo y complejo como lo indica ese sentimiento.
Desde ese 14 de marzo que espero ansioso el día en que el blanquinegro pise el verde césped del Víctor para poder vivir esos 90 minutos mágicos. 90 minutos que por suerte puedo empezar a compartir con esos amigos de cancha que son tan necesarios en la vida de uno. Desde mi lugar de “nuevo hincha y socio”, agradezco a todos los que forman parte de este hermoso club, por haberlo hecho gigante y por seguir haciendo de Gimnasia un club en ascenso. Gracias por aceptarme y hacerme sentir familia aunque sea desde el anonimato.
Abrazo de Gol!!
Horacio Morroni
Socio N°: 7415